PILAR CERNUDA
¿En qué momento la vocación de servicio público se transforma en soberbia y presunción? ¿Por qué el punto de vista de los demás ya no es un consejo sensato y se interpreta como una crítica inoportuna o malintencionada?
Poco a poco, los presidentes del Gobierno se alejan de la realidad para acomodarse a un mundo de halagos y parabienes en el que cuesta asumir los errores o encontrar tiempo para rectificar. La vanidad y el autobombo se convierten en moneda de uso corriente. Los ciudadanos lo perciben, y su consideración de los gobernantes acaba resintiéndose.
Son vicios que, en opinión de la autora, aparecen con más o menos intensidad en quienes nos gobiernan con creciente endiosamiento y falta de realismo.